Muchas veces nos ocurren situaciones en las que dudamos de cual camino escoger. Entonces solemos pedir consejo a nuestras personas de confianza y como suele ocurrir tenemos opiniones para todos los gustos. Pero otras veces hay respuestas unánimes a nuestras dudas o bastante unánimes. Al final tomas la decisión que te parece más correcta y en función del resultado se juzga tu inteligencia. Lo cierto es que lo único inteligente es que cuando tomes tu decisión no lo hagas obedeciendo a alguien o creyendo que lo haces porque te lo dice alguien más sabio que tú. Nadie conoce mejor que tú mismo la situación contextual en la que te encuentras.
Así ocurre que, en ocasiones, te equivocarás y tus personas de confianza que te lo advirtieron siempre estarán ahí para recordártelo porque se sentirán contentos de haber acertado. Ello suele deteriorar tu autoestima a costa de la suya y esa sí que es la verdadera equivocación. Cuando tomas una decisión lo haces movido por una serie de circunstancias y argumentos mentales que en el momento de tomar la decisión te parecen los mejores y que son irrepetibles. Entonces ¿por qué traicionarse a uno mismo más tarde y olvidar esos motivos y circunstancias como si no hubieran existido? El pasado es eterno porque no se puede cambiar. El arrepentimiento es una sensación inútil, tomaste tu decisión libremente, por ti mismo, y de ello deberías sentirte orgulloso.
En el último mes he tomado muchas decisiones correctas y equivocadas cuyo resultado no he podido comprobar hasta pasado un tiempo. El otro día mismo, cuando una compañera de clase envió un correo a una clase de ochenta personas porque había perdido el estuche yo fui el único que le respondí. Y lo único que le dije fue que se dirigiese a buscarlo a objetos perdidos. Parece una situación muy banal y obvia de resolver pero fui el único que se lo dijo y acerté. Me sentí sencillamente bien por haber hecho algo tan simple y bueno. ¿Quien hubiese podido saber que estaría en objetos perdidos? Solo era una posibilidad. Pero hoy camino más satisfecho de mi mismo gracias a haber tenido ese detalle que nadie más tuvo.
También ayer salía de una cena con unos amigos de Terrasa y mientas ellos se querían quedar allí, yo me volví a Sabadell, donde vivo, con un grupo prácticamente de desconocidos. Mis amigos me advirtieron que no lo hiciera, pero yo me lo pasé genial con aquella gente y como suele ocurrir en algunas ocasiones, te sientes más afín a un extraño que al pariente cercano de toda la vida. Cuando lo normal sería lo contrario. Y anoche mismo hice un comentario que yo consideraba gracioso a una chica pero que todos mis amigos creyeron que fue inoportuno y antipático (le dije que llevaba una camisa de hombre...), pero ella luego no le dio la más mínima importancia y estuvimos de risas un rato en Sabadell. Pero podrían haber tenido razón si quizás la chica no hubiese tenido sentido del humor o fuese muy susceptible sobre su imagen. ¿Cómo preveer cual será la decisión acertada?
Creer en ti mismo es lo único realmente acertado.
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