La novela es como un triste lamento de algo que parece inevitable y universal. Terminando las últimas líneas de este libro empezaba a invadirme una sensación de mareo, como la que siente el propio Aschenbach al salir del Hotel de los Baños, por una sobrecarga de obstáculos retóricos que ralentizan la acción de la trama o directamente la detienen. Y me dije sinceramente con un cierto alivio:¡por fin se acaba! El texto es denso y rico en adjetivos y explicaciones detalladas y abstractas, pero muy poco sensorialista, experiencial. A veces me parecía más un ensayo poético que una novela y las citas a obras de Platón como el Fedro tan solo hacen el libro más filosófico y poco digerible. Las novelas creo que tienen que explicar las experiencias compartidas de unos personajes que se van encontrando con una serie de situaciones con las que tu te puedes identidicar, pero aquí esto está muy limitado. Apenas hay diálogos porque también hay una gran escsez de personajes relevantes y, por tanto, no hay controversia ni conflicto, solo extensas descripciones que me han exigido un esfuerzo imaginativo como nunca antes había conocido leyendo. La prosa es hermosa y elegante pero nada amena y le da a uno constantemente la sensación de no estar leyendo nada sustancial. Al recordar ahora el libro tan solo remarcaría una fuerte impresión de estar ante una tragedia llena de poesía hueca, de bellas palabras que dicen mucho pero no llevan a ninguna parte. Aschenbach es un genio sobre el papel y un analfabeto sobre la vida y eso no lo puede finalmente cambiar.
No he podido identificarme con ningún personaje y situación, así que, a pesar de lo corto que es, se me ha hecho eterno. Puedo situarme en la piel de Aschenbach que ama en silencio a Tadzio, pero llega un punto en el que el protagonista me resulta agotador y ridículo. Haber estado en Venecia me ha ayudado a situarme en el contexto: sus hermosos canales, arquitectura y el fétido olor de las aguas estancadas en verano. ¿Muere de la intensa pasión que es el amor, aunque platónico, o muere por la enfermedad infecciosa que asola la opulenta y corrupta Venecia? ¿O una mezcla de los dos? La situación se vuelve delirante por momentos, repetitiva y recargada en la repetición de la caída y la decadencia progresiva del protagonista. Aschenbach es alguien que se ha pasado su tiempo contemplando la vida y analizándola en sus libros, sin vivirla realmente. En el primer capítulo se da cuenta de ello, su vida de poeta-artista entra en crisis y por ello comienza un viaje. Este primer capítulo, el mejor a mi entender, es el más esperanzador y abierto y el protagonista me contagió su espíritu aventurero. Me dio ganas de iniciar también un viaje. Para mi se podría haber acabado el libro aquí, como si fuera tan solo un breve cuento, y no habría faltado nada.
Siento que este libro habla del dilema entre vivir la vida en el sentido más hedonista y práctico (viajar mucho, relacionarse con el mundo, con hombres y mujeres, amar, jugar, atreverse y luchar por y con las personas que nos rodean) o aprender de ella, trabajar incansablemente y convertirse en un gran poeta, erudito o incluso alcanzar la gloria laboral, pero siempre al margen de la sociedad como Aschenbach. Un dilema que siento falso y cuya lógica interna encuentro pobre y rígida. Por eso cuando finalmente muere Aschenbach me sentí muy distanciado del texto, no lo lamenté, era absurdo que muriera así de golpe. Aunque pueda comprender lo que es el desamor o el sufrimiento de amar a distancia, que también he vivido, que me tenga que quedar con eso como uno de los temas principales de la novela, por muy bien escrita que esté y mucho que profundice en ello, me resulta en definitiva pobre. Es evidente que esta novela no es nada comercial porque hoy en día estamos acostumbrados a un ritmo de lectura mucho más dinámico, con mucha más acción y personajes mucho más variados. Tampoco defiendo necesariamente esto porque creo que cada libro tiene su ritmo de lectura y hay que respetarlo para aprender a tener la paciencia que no tenemos. Solo así se puede saborear bien una novela como ésta. Quizás es, que en este caso, no me haya gustado que sea una tragedia, o no me guste el mensaje y el tono melodramático, porque todo es demasiado serio y grandilocuente. La sensación final es de desencanto y tedio.
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