Hacia una épica minimalista. Las pequeñas conquistas construyen un gran reino.

miércoles, 25 de julio de 2012

El Batman de Maquiavelo

Batman, el caballero oscuro, es una película protagonizada por el Joker. Y Batman carece del carisma y la fuerza escénica y dramática con la que el Joker se desborda en cada escena. El Joker se come la pantalla cada vez que aparece con una interpretación que incluso supera a la de Jack Nicholson, que había dejado el listón muy alto. Este psicópata grotesco que dice no planear nada en realidad es un magnífico estratega de principio a fin que conoce muy bien la psicología humana y se divierte manipulando toda una ciudad con cada terrible aparición y cínico discurso. No tiene el anárquico objetivo de incendiarlo todo, como se sugiere en la película, sino comprobar que bajo determinadas circunstancias cualquier humano puede ser una bestia, puede ser él. Y así lo hace: la máscara permite al ser humano hacer aquello que normalmente no haría, y así libera sus instintos, tanto en el Joker como en Batman y el Caballero Blanco/Hombre de las dos caras. Por decirlo así, los que llevan máscara son en realidad los más auténticos porque expresan con su disfraz una faceta de su identidad socialmente reprimida. El entorno nocturno y la banda sonora intrigante y siniestra ambientan de fábula una Gotham corrompida por la mafia y la delincuencia.

Pero más allá de la interpretación del Joker que ya debería pasar a la historia del cine, llama la atención el concepto maquiavélico que se tiene de la política en Gotham. Sus habitantes han de ser engañados porque solo así podrán ser felices y mantener la esperanza de que la justicia prevalece y el Joker en realidad no tiene razón. "La gente se merece algo mejor que la verdad", es decir, una mentira. Para que haya paz y prosperidad debemos instaurar la ilusión de que en el fondo el ser humano es bueno y la justicia prevalece frente a aquellos malvados, rotos e irrecuperables. Este planteamiento modernista sugiere que la masa solo entiende de buenos y malos y es imposible hacerle entender lo que hace a un hombre decantarse por lo justo y lo injusto bajo diferentes circunstancias porque ello la confunde. Mientras que los presos desprecian sin dudas destruir el otro barco, los civilizados están a punto de matar a los presos, pero ello no debe saberse. Esta película defiende que la civilización se construya en la mentira y la manipulación porque es lo único que nos permite seguir adelante. Batman es un político, no un héroe, un rey en la sombra con vocación de filántropo pero solo porque tiene el suficiente poder económico para instaurar sus propias reglas ¿Quién coño se construye su propio coche según su paja mental o va con un Lamborgini? Un megalómano, un superhombre, un héroe, superhéroe, un tirano cuando se excede o el sustantivo que más guste. Seguimos jugando al juego de superhombres y masas de principios de siglo y creemos necesitar iconos políticos que nos lideren hacia la prosperidad en lugar de potentar a cada individuo para que se autogobierne. En el fondo Batman esconde un modelo político nada democrático: la gente es estúpida y voluble y solo los que ostentan los medios tecnológicos, económicos y poseen un carácter mesiánico pueden jugar al juego de tronos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario