Muchos autores consideran que la
división entre eutanasia pasiva y activa no es útil, como también se ha
demostrado en la prensa escrita, bien sea porque la omisión de una acción sigue
siendo una acción o porque sencillamente esta división es poco esclarecedora y
lleva a menudo a confusiones. Algunos como Salvador Pániker o Hans Kung
consideran que la eutanasia pasiva ya es legal por el Consejo Europeo, pues
engloba prácticas médicas permitidas como el rechazo de tratamiento, la
limitación del esfuerzo terapéutico y los cuidados paliativos.
Existe un consenso muy claro entre
los defensores de la eutanasia en los casos de enfermos terminales con graves
padecimientos. Además, autores como Singer o Elizabeth Kubler-Ross entre otros,
defienden que si los cuidados paliativos son adecuados, entonces las peticiones
de eutanasia son escasas. Todos los defensores coinciden en que los cuidados y
la posibilidad de eutanasia son complementarios. Ahora bien, continúa la
controversia entre ellos con casos como el de Ramón Sampedro o el de los
infantes recién nacidos gravemente lisiados que, según Singer, merecen la
posibilidad de la eutanasia. Para Kung, estos son defensores radicales, pero
como hemos visto la ley holandesa ya estaba debatiendo la posibilidad de
aplicar la eutanasia en menores de 12 años con permiso de sus padres y en caso
de padecimiento grave en 2006. A esta cuestión hay que considerar que el
sufrimiento, y en concreto el sufrimiento intolerable, defienden autores como
Battin y Bayés, es algo que no puede ser definido mediante criterios objetivos
y, así pues, solo puede ser definido por el propio paciente si el médico no
quiere caer en planteamientos paternalistas.
El intrínseco mal de matar es de
base cristiana y ello lo desacredita por su imparcialidad pero el axioma
hipocrático que predica lo mismo no es desacreditado por pertenecer al código
deontológico médico. Ahora bien, el principal argumento en contra de base no
religiosa o axiomática más utilizado es el de la pendiente resbaladiza. Según
este argumento, los criterios legales se vuelven progresivamente más laxos y
extensivos ante circunstancias como la presión ambiental. Pero si se pueden
predecir esos abusos también se pueden predecir formas para evitarlos. Esta es
una de las razones por las que no se debe temer que suceda lo mismo que en la
Alemania nazi, con la que habitualmente los detractores comparan la actual
eutanasia, y que además estaba fundamentada en el racismo y la discriminación.
Puesto que es imposible eliminar con paliativos la degradantes y terribles
formas de sufrimiento a las que pueden someternos algunas enfermedades, la
eutanasia es una opción que no puede descartarse fácilmente. La única
alternativa propuesta en estos casos seria la sedación completa, pero ello
impide al paciente comunicarse. Además, como nos ayuda a reflexionar Tristram
Engelhardt, los cuidados paliativos son muy costosos y este tipo de situaciones
podrían resolverse antes para evitar, en primer lugar, una agonía innecesaria
y, en segundo lugar, un malgasto de recursos que podrían aprovechar otros
pacientes más necesitados. Puesto que los recursos son limitados, aplicando este
principio utilitarista más personas tendrían mejor cubiertas sus necesidades
sanitarias y ello reportaría en una mejor justicia distributiva.
Actualmente no existe una voluntad
política en España para trabajar en regular la eutanasia como demuestra el informe
de María Casado y Albert Royes o las evasivas políticas ya descritas en la
prensa. Este rechazo a legislar la eutanasia se ve poderosamente influido por
los valores imperantes en nuestra sociedad como el hedonismo, la
individualidad, el rechazo absoluto al sufrimiento, la vejez, la decrepitud y
en definitiva la muerte, que queda ocultada por mecanismos económicos y de
poder y a menudo se considera un fracaso médico. La caída de las grandes
religiones en la posmodernidad también ha comportado un menosprecio de la
cultura tradicional a la que iba ligada. Estas tradiciones integraban la muerte
y hasta la celebraban en días festivos señalados, tenían mecanismos propios
para afrontar el sufrimiento y el miedo y darle un sentido. De esta forma, a la
poderosa influencia contraria de la Iglesia Católica y los partidos políticos
de derechas ha de sumarse una sociedad del entretenimiento mucho cuya oferta de
ocio es mucho más flexible y variada que el pan y circo que de los antiguos romanos. La diversificadísima
oferta de ocio nos distrae de cuestiones de verdadera relevancia social como la
eutanasia, que reconocen autores como Eugenio Trías, al menos hasta que nos
toca vivirla a nosotros o a un ser querido.
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