Hacia una épica minimalista. Las pequeñas conquistas construyen un gran reino.

viernes, 29 de junio de 2012

Conclusiones sobre el debate no resuelto de la eutanasia 3


El debate de la eutanasia está estrechamente ligado al principio de autonomía y a cómo debe entenderse éste. Según Battin y Singer, la verdadera autonomía en situaciones de gran sufrimiento es extrañamente posible y fácilmente cuestionable, sobre todo porque estos pacientes son vulnerables a la depresión y a otras alteraciones psicológicas. Pero si no aceptamos el sufrimiento y la enfermedad, al menos hasta cierto grado, como un estado normal y no alterado de nuestra vida y conciencia sino como algo propio de ella que nos ayuda a desarrollarnos como personas, entonces debe valorarse en el proceso individual de toma de decisiones como algo natural y necesario y no como un vil agente externo y coactivo. El empleo de medicamentos que mitiguen el dolor, aun cuando necesarios en la medicina paliativa, no se considera tan a menudo un alterador de la conducta. La consecuencia directa de ello, como apunta Gómez Sancho cuando habla de la “era de la aspirina”, es el abuso de medicinas hasta el punto de que la mayoría de drogodepencias son consecuencia de drogas legales.
El debate de la legalización de la eutanasia y el suicidio asistido lleva más de treinta años en curso como demuestran los textos de Singer de finales de los setenta. Tras la experiencia de algunos países que la han legalizado, ya sin suponer aun ninguna catástrofe humana como algunos detractores pronostican, es un debate que va siendo hora de que se resuelva a nivel internacional. Independientemente de las situaciones médicas de emergencia de naturaleza prácticamente ingobernable en la que no hay tiempo para protocolos, debe haber normas para cuando sí lo hay. Como advierten Battin o Camps, si se sigue polarizando el debate ello solo hará nuestras muertes peores porque está es una cuestión sobre la calidad de vida, que es la que los gobiernos, sobre todo aquellos con Estado del Bienestar, deberían valorar en primera instancia.
El cine y las producciones audiovisuales son mayoritariamente partidarios de la regulación legal de la eutanasia. No hemos encontrado ejemplos en el cine en contra a excepción, quizás, de Camino y tampoco la descarta directamente, sino que manifiesta una defensa de luchar contra la enfermedad y el sufrimiento, por duros que sean, hasta el final. Eso sí, obviando en gran medida los desagradables y terribles síntomas de una leucemia aguda.
Todas las producciones analizadas tienen una inevitable carga dramática que las hacen muy atractivas desde el punto de vista comercial hasta el punto de que algunas de ellas han sido oscarizadas como Million dollar Baby, El mayor espectáculo del mundo, Mar adentro o El paciente inglés. La cuestión del sensacionalismo de estas películas es considerada por los críticos como un sesgo a su calidad, aunque solo se reconoce ampliamente en el caso de Mar adentro y Camino. Ahora bien, como el motivo de la defensa de la eutanasia parece noble porque la acogida es bastante popular (lo cual demuestran las encuestas citadas), nadie discute su oportunismo. Ahora bien, la emotividad, que no sensacionalismo o efectismo, no es en sí un argumento para considerar estas películas manipuladoras. Como defienden autores como Benjamín Rivaya es indisociable el mostrar estas historias sin expresar las emociones implicadas porque son inherentes al dramatismo de lo que está sucediendo. Este realismo cinematográfico, como la exposición de terribles padecimientos y la propia muerte en la gran pantalla (siempre que sea veraz) es considerado a veces impúdico, pero podría considerarse también una estrategia pedagógica para la formación de la población y el profesional médico. Revelar y aprender que muchos médicos practican encubiertamente y a su pesar la eutanasia (House MD); observar la falta de formación de la mayoría médicos para tratar con sus pacientes (Mi vida sin mí), familiarizarse con el lenguaje médico (House MD), descubrir que existe el testamento vital o que en definitiva se juzga mucho mejor cuando se conoce y se comprende la historia personal del individuo postrado en una cama (El paciente inglés) son situaciones que tan solo se nos presentan en las narraciones o ante la vivencia directa. Que algunos consideren impúdico su espectacularización probablemente sea una consecuencia del ocultamiento y evasión de la muerte en nuestras sociedades (Mi vida sin mí). Esta película nos demuestra que se es más consciente de estar vivo, más autónomo, más activo y abierto socialmente y emprendedor cuando se es consciente de que uno es finito. Las narraciones, en este caso las cinematográficas que hasta nos permiten saber qué ocurre en el torrente sanguíneo (House MD), es donde uno acompaña a unos personajes extraños en situaciones que le resultan a uno extrañas. Así, mediante este acompañamiento se produce una progresiva identificación con situaciones ajenas a la experiencia rutinaria personal que enriquecen nuestra visión del mundo. El cine, como demuestran sobradamente películas como Jonnhy cogió su fusil, es una herramienta básica para ensanchar la realidad individual y el horizonte de perspectivas y así sensibilizar a la población. Su calidad dependerá de las herramientas de reflexión y contraste que proporcione al espectador, así como del nivel de adecuación a la realidad médica. También los documentales como el de Trenta minuts donde aparecen testimonios reales de personas que piensan en la eutanasia ya o en un futuro cercano nos permiten descubrir cuanta verdad hay en estas películas y tener una perspectiva más directa y realista si cabe.

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