Si hay algún juego en el que puedo presumir de ser medianamente bueno es éste. Cuando veo la mesa de billar y sus bolas me concentro, entra en mi una sensación de desafío y emoción que me poseen. Me encanta retar a gente desconocida con dos o tres copas de más y si mi contrincante es bueno y me va ganando mi motivación y habilidad aumenta de golpe. No sabría decir porqué pero ante situaciones adversas en el billar subo de nivel y si voy ganando necesariamente me confío.
Haces el saque y no sabes hacia dónde irán las bolas ni si meterás alguna o cómo se quedarán. En ese momento se decide a veces la partida. Luego todo es visión de juego, de ángulos, de posibilidades y creatividad, pero sobre todo de saber tocar las bolas en el sitio adecuado para que reboten en el sitio adecuado. Y me extraña que un juego de tanta estrategia se me de bien a mi, que no me gusta pensar demasiado en los juegos. Mi secreto es que confío en mi toque. Siempre sé donde tengo que tocar, la única cuestión pendiente es la precisión. Si eres totalmente preciso puedes meter casi cualquier bola. Recuerdo esa embriagadora sensación de meter ayer una bola tras otra sin pararme a pensar en lo que hacía, teniendo una clarividencia mental absoluta tras 6 vasos de cerveza y viendo mi oponente como le remontaba una partida que ya creía ganada.
Una buena noche de billar siempre me sube la moral. Un invento que a mi me hace un poco más feliz.
Hola Pequeño Fénix.
ResponderEliminarHace muchos años hubo un juego en el que me sentía como tú. Me sentía libre. En él desarrollaba por defecto mis habilidades: velocidad, control, exigencia, carisma, precisión y liderazgo, entre otras.
Durante otros muchos años, meditabundo, traté de averiguar qué era aquello que en el juego me convertía en plenitud. Y fuera de él, mi versión más corrupta, adicta al porno y a los porros así como a mí mismo, eran consecuencia de pensar, meditabundo, demasiado. Y, de hilvanar los contextos de todos aquellos años, logré pocas conclusiones. Sin embargo, creí entender que el placer, siempre, debe de ser el fin último y jamás premeditado porque sería siempre traición. Cuando siendo uno más, siempre disfrutaría.
Descubrí que podría ser igual de efectivo y aprensivo a la vez, fuera de juego, si concebía la calle como una partida. Y creo que no me equivoqué. Pero de haberme equivocado, me equivoqué bien.
Simplemente, cuando veas agujeros, piensa en bolas de billar.
Encontrar a alguien que resurge de sus "cenizas" no siempre es fácil. Pero facilita saber que todos, en algún momento u otro, solemos acabar quemados y llenos de mierda.
Espero que todas esas cosas que te hacen unidad, no te detengan.
Yo, soy solamente una cresta.
muchas gracias, cresta, por tu comentario. Mis mejores amigos son aquellos que como tu y como yo han muerto alguna vez y han hecho de las cenizas de su entierro una bandera para comenzar una reconquista. Me parece que adquirimos una sensibilidad muy grande que algunos, lamentablemente, nunca llegan a conocer.
Eliminar"La calle como una partida" y "pensar en bolas de billar cuando vea agujeros" son dos grandes consejos.
Desde hace tiempo sé que si no me tomo la vida como un juego todo viene a ser demasiado serio e importante y entonces te vuelves, como dices, demasiado meditabundo y taciturno. Por una serie de circunstancias ahora sé, que lo único realmente preocupante es la enfermedad.
Mantenerse en la cresta requiere de una estabilidad y equilibrio que solo está al alcance de los mejores jugadores.
Mi secreto es tener un gran sentido del humor porque flexibiliza la realidad y la rellena de sonrisas y posibilidades. El problema de mi filosofía es que tal y como lo veo, para estar en la cresta a veces tengo que estar solo.
Lo que me da unidad es tu mayor fortaleza y tu mayor vulnerabilidad a un mismo tiempo. Ese es el gran juego diario y es mejor tomárselo como una gran aventura.
Un abrazo!
Como te decía ayer,
EliminarHola pequeño Fénix:
Me halaga ver tánta admiración a mi modo de ver las cosas.
Cada vez me sorpende más tu transaparencia, y veo en ella por qué realmente eres el pequeño Fénix.
¿Cuáles son esas circunstancias?
Yo conocí algunas en su día. Me contaron que eso de la enfermedad es como las crisis. Sólo entiende de vacío quién cree que está vacío.
¿Sabes, aunque no parezca extraño, de quién me gusta la filosofía? De los hippies.
Ellos se imaginaban la vida. Y así la vivían.
Un amigo y yo siempre debatimos sobre algunas cosas que decía el profesor Ainstain. Y creemos que no hace falta ser el profesor Ainstain para decir algunas de las cosas que ya dijo él.
Pero es una de las grandes hijo putadas de ser inteligentes. Que no seremos nunca los primeros, que ya pensó antes alguien por nosotros, y que siempre va a haber alguien que lo va a hacer mejor que nosotros por mucho que no exista ni tengamos techo.
Imagina tu vida. Imagínala feliz. Imáginala acompasada y de la mano de todas esas musas que te acompañan en los momentos lúdicos y templados de esta primavera ataráxica.
"Imagine there's no Countries"
Y no temas nada más que no tenerle miedo a nada.
Mientras, yo, sigo estando unido a mi estabilidad, surfeando en medio de lo que soy:
solamente una Cresta.
Hásta la próxima, pequeño Fénix.