Si eres capaz de domesticar a tu bestia interior, a tu fuente de mal sin que te destruya, te volverás uno contigo mismo. El mal nos singulariza, el ello, nuestras pulsiones reprimidas son nuestra mayor potencia. Reconócelas, acéptalas y podrás liberar tu oscuridad sin remordimientos y hasta con orgullo de decir ese soy Yo. Tus fantasmas y tus errores se volverán tu identidad y tu bandera y aumentará tu rendimiento en todos los ámbitos de tu vida.
¿El secreto para no ser castigado por el Otro? Envuelve tu oscuridad en una gran broma y dispárala entre sonrisas, carcajadas y gestos cariñosos y amables. Probablemente sea una gran hipocresía, pero el hombre máscara, el hombre disfraz en nuestra sociedad raras veces falla. Otro día hablaré de la evolución posmoderna más exitosa: el homo personae (ser de las máscaras)
AFIRMO ROTUNDAMENTE CADA PALABRA, ole¡¡
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