Hacia una épica minimalista. Las pequeñas conquistas construyen un gran reino.

lunes, 25 de febrero de 2013

Mi vaso lleno a 3/4

Todos conocemos ese dicho de ver el vaso medio lleno o medio vacío cuando está a la mitad. Ser optimista o pesimista depende del punto de vista en cómo se mira el mundo.

También hay otra metáfora, la de que la felicidad plena es una silla de cuatro patas (familia, amigos, trabajo y amor, aunque yo creo que hay una quinta esencial: la salud).

Pues basándome en las dos yo he elaborado mi teoría de que quiero un vaso a 3/4. Una silla no se aguanta sin 3 patas como mínimo pero hasta ahora cuando he querido las 4 patas otra se ha roto o más de una. Parece haber algún tipo de mecanismos de compensación cósmico, kármico, que impida la combinación perfecta.

Y en cuanto al vaso, cuando soy valiente para intentar llenarlo hasta los bordes siempre se me desborda y lo deja a la mitad o menos. Un vaso lleno a rebosar sin derramar gota requiere de una precisión científica que a mi me supera.

Yo prefiero 3/4 porque mi silla se aguanta, mi mundo funciona, es bastante feliz e incluso a veces me permite llegar a 3,5/4 que es mejor que un inestable 4.

¿Quién tiene pulso ir a todas partes por la vida con una copa llena de cerveza por mucho tiempo? Yo no, pero yo creo a Woody Allen cuando dice en "Annie Hall" que solo existen dos tipos de personas: los horribles (lisiados y deficientes) y los miserables (todos los demás).


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