Hacia una épica minimalista. Las pequeñas conquistas construyen un gran reino.

jueves, 18 de octubre de 2012

El dominio de tu silencio

Cuando uno domina su silencio y estando en silencio se siente plenamente satisfecho, se vuelve uno consigo mismo, en soledad está igualmente entero y su presencia se despliega como un aroma.

El camino hacia la iluminación es un control total pero espontáneo de tu propio interior. El iluminado es un espontáneo, alegre y seguro que camina por las calles como si las sobrevolara con toda ligereza y frescura. Apenas puede contener su sonrisa cuando ve el sol y éste le reconforta la piel.

La intensidad de la vida tiene cierta megalomanía, pura fuerza brutal de la naturaleza que conducida bajo un comportamiento ético hace prosperar a la humanidad.

El silencio es un cómodo trono desde el que uno puede estar solo o acompañado con total naturalidad. Pero el silencio no es inexpresividad, eso es ensimismamiento o egolatría. Estar en silencio no es no responder, el que no responde no es ético porque no se hace partícipe ni se implica en la confianza que el otro deposita en él para llegar hasta él.

El solitario tiene cuidado de sí mismo y, sin embargo, es alguien desprendido, nada egoísta. El solitario no está concentrado en su propio ego; el cuidado de sí es en cierto sentido el olvido de uno mismo: "El yo que desaparece de este vacío es el yo superficial, el falso yo social, la imagen hecha de prejuicios, los caprichos, la propia conveniencia,, la pose, la farisacia preocupación por uno mismo y la pseudodedicación que son la herencia del individuo en un grupo limitado e imperfecto.

El silencioso atento y concentrado en su entorno es un receptor perfecto, una caja de resonancia excepcional y sugestiva que inspira misterio, comfort y hasta cierta alegría si su comunicación no verbal está lo suficientemente entrenada.

Callar para escuchar, responder sin hablar y mantenerse íntegro y al mismo integrado en el relato de la vida del otro como si fuera el tuyo.

El vacío une en la desnudez, el vacío une por la falta de cargas distintas que nos separan, el vacío une por la falta de cargas que nos separan, el vacío une por la falta de competitividad, el vacío une por la comprensión de lo esencial: el solitario es llamado al vacío. Y en el vacío no encuentra puntos sobre los que basar un contraste entre él mismo y los otros. Por el contrario, comprende, aunque quizá de manera confusa, que ha entrado en una soledad compartida realmente por todo el mundo.

Uno mismo y los otros. Josep Maria Esquirol.




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