Pica su copa contra la mesa:
"¡Más cerveza!".
Mirada desconfiada
hace de todo un chiste.
Se derrama un rio de bebida
sobre una erizada barba negra
de dos semanas de ancianidad.
Sonrisa triste e inteligente.
Embriagados ojos reservando
aventuras de amor y muerte.
Experiencias de verdadera juventud
ahogadas por el acohol.
Amargura dulcificada por el vino.
Sabe callar y cantar y sabe bailar.
Pero ahora solo observa divertido.
Un remilgado sombrero oscurece
su turbia mirada con cada trago.
Sonrisa cínica llena de comprensión
se refleja ahora en el honesto inocente
luego en el fanfarrón apasionado,
también en el mezquino envidioso
y se revuelve al fin al perro viejo.
Su camisa arrugada apesta a sudor
y sus tejanos sucios de arena
no esconden sus despellejadas botas.
Disimula en su disfraz una falsa perdición.
Ladino viejo loco y cuentacuentos.
Hombre de bien quemado,
poderoso héroe sin gloria
de gestas insignificantes de barrio.
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