Llegar y crear puentes, generar vínculos, organizar a las personas para que rían y se quieran pero sobre todo enseñarles a ser autónomos y autosuficientes y a desarrollar sus habilidades latentes. En una palabra empoderarlos.
Y al final desaparecer con esa aura trágica que parece rodear a los líderes como Josep Guardiola. Irse para no generar una dependencia de ti y evitar la idolatría. Los ídolos son los valores, aprendizajes y fuerzas que nos ayudan a construir juntos un mundo mejor, no las personas.
La angustia de la muerte es el lacerante látigo que azota nuestra alma para buscar aquello que nos falta. El catalizador de la vida en tanto motor de creación humana para realizar nuestros objetivos que más nos ensueñan.
En estos tiempos de crisis, los educadores enseñamos a la gente a vivir recordándoles que no estarán aquí para siempre y que por ello deben moverse más que nunca y aprender lo que necesiten para o ir a buscarlo donde sea y en quien sea para que den sus propios frutos.
Participar, actuar, ser apasionadamente y sin remordimientos. Vivir con y de uno mismo: ser íntegro y nunca traicionarse.
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