Hacia una épica minimalista. Las pequeñas conquistas construyen un gran reino.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Resumiendo a Manuel Castells


Desde los años setenta-ochenta del presente siglo entramos en una sociedad informacional y con el desarrollo tecnológico mueren poco a poco las distancias junto con todo aquello que tiene especificidad espacial. Contra todo pronóstico no se ha dado una situación de Aldea Global en la que lo local ha ido desapareciendo, superándose las culturas y los lugares, sino todo lo contrario, lo local y los lugares se han convertido en “trincheras de identidad”, la experiencia de la gente es cada vez más local y también lo es los controles sociales y políticos.
            Son especialmente importantes los conceptos de monumentalidad y centralidad. El primer concepto debe encargarse de establecer un puente simbólico de significado entre localidades y entre localidades y centros de poder. En el conflicto se fragua la creatividad, la misma cultura y, pues, es socialmente sano. El verdadero problema reside en aislar lo global de lo local ya que ha de haber una tensión entre ellos. La centralidad tiene el papel de difundir la monumentalidad en centros de significado.
            Diferenciamos dos intentos en el esfuerzo por crear sistemas de comunicación: espacios flujos y espacios lugares. En el primer caso destacamos el ciberespacio público como desarrollo de la ciudad-real para solucionar problemas sociales. Ejemplos concretos son las ciudades virtuales (algo disneyficadas) como la ciudad digital de Ámsterdam (uno por ejemplo puede casarse virtualmente) y la Ipérbole de Bolonia. Pero en la práctica no es tan representativo y valioso como parece, porque, por ejemplo, en la ciudad digital de Ámsterdam el 85% son hombres y el 75% universitarios y en cualquier caso no se han conseguido verdaderos espacios de integración, verdaderas sinergias sociales. Por no decir que pueden conectarse personas que no son del lugar.
            Así pues, las gentes y los lugares se resisten a desaparecer en la indiferenciación global (como podría ser un símbolo clásico McDonald’s) del espacio de los flujos  El problema está en como ampliar la esfera pública de la significación, en conectar la actividad con la memoria, la identidad con la instrumentalidad, los flujos con los lugares cuando predomina excesivamente la función comercial y los espacios flujos. Si se quiere una ciudad productora de cultura tendrá que repensarse en el triángulo trabajo-vida cotidiana-imaginario, teniendo en cuenta la necesidad del sueño en tanto proyecto creativo, el conflicto en tanto tensión dialéctica y el esfuerzo constante.

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