Este extraño cruce entre paloma y cuervo, llamado ingeniosamente palovo, es un feroz ejemplar de cuervo que convive con palomas y gorriones sobrealimentados en Berlín. Tras el tierno y marrón gorrión y la plaga de ratas voladoras a las que estamos acostumbrados, me llamó la atención esta especie evolucionada equivalente al negro cuervo británico. Lo más parecido que tenemos aquí es la ruidosa y deleznable garza, pero no tiene la solemnidad del palovo. Y digo que es feroz porque en los últimos años se han dado casos de palovos que han agredido a personas cuando éstas se han acercado demasiado a sus nidos. Una hitchckoniana experiencia que da un toque siniestro, a la par que elegante, a la capital alemana. Pude ver con mis propios ojos como los pequeños gorriones con obesidad mórbida podían chulear a un palovo quitándoles de sus narices enormes migajas de pan. Entre tanto, parece que las palomas tienen las de perder ante la velocidad del gorrión y la fuerza del palovo.
Eso sí, Barcelona siempre tendrá sus loritos verdosos abandonados por dueños que nunca pensaron en la diversidad de fauna celeste de la ciudad condal.
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